El fútbol ha llegado a los titulares, de la mal llamada prensa seria, otra vez… pero esta vez no es para celebrar un hito histórico sino, más bien, para contar un relato sobre las miserias humanas.
Como cada temporada, el derbi barcelonés de la primera división enfrento a “culés” y “periquitos” en un encuentro con más nervios que fútbol. No es que no hubiera fútbol, porque existieron algunos momentos trepidantes y de gran clase, pero, por desgracia, la gran rivalidad de ambos clubs y poco cerebro de algunos aficionados, deslució el encuentro.
Por otro lado, desde hace demasiado tiempo, se viene hablando de la tolerancia de algunos clubs (por no hablar de la protección) hacia los grupos de violentos. En este tipo de situaciones fue el señor Laporta un ejemplo positivo (ojalá lo hubiera sido también en otros temas) desarticulando el brazo más violento de los “Boixos Nois” en can Barça. Desgraciadamente, los mismos individuos que tienen vetado el acceso al Camp Nou, son admitidos en otros campos, como, por ejemplo, en el Estadi Lluís Companys el pasado día 27.
La directiva del R.C.D Espanyol de Barcelona (pronto del Baix Llobregat) se equivocó más que la paloma de Alberti. Lo cierto es que lleva mucho tiempo haciéndolo y, a pesar del magnífico ejemplo que tiene en su aún misma ciudad, sigue sin plantar cara a la violencia y prefiere culpar a ajenos antes que aceptar su responsabilidad. Sin lugar a dudas desconoce la cantidad de socios potenciales que siguen lejos de ocupar sillas en su estadio para no tener que codearse con unos energúmenos que llenan las dos horas que tendrían que ser un espectáculo futbolístico, con gritos soeces y actitudes violentas, hasta el punto de poder hacer peligrar la integridad física de cualquiera incluso en el exterior después de acabado el partido. Lo desconocen el señor Sánchez Lliure y sus directivos porque de lo contrario ya hubieran hecho algo para remediarlo más allá de quejarse y buscar otros culpables. Y esto es así y no de otra manera porque muchos sucesos, semana tras semana, año tras año, así lo atestiguan.
Por cierto, hace cuatro años me plantee hacerme socio del RCD Espanyol, pero hechos como estos me llevaron a descartarlo.
Más allá de la tradicional violencia que ya se vive en Montjuic, los derbis son, también por tradición, caldo de cultivo para los más bajos instintos entre los cabezas huecas que se enmascaran en ambas aficiones. Por eso no fue muy buena idea dejar entrar a un grupo de teóricos aficionados barcelonistas que, ni tan siquiera son admitidos en el campo del Barça. Peor idea resultó ser no cachearles, como se hace en otros campos de clubs un poco más concienciados, para evitar que introdujeran objetos contundentes, armas o bengalas (más siendo este club el único en España que ya tuvo que lamentar en su campo la muerte de un niño por el uso de estos elementos).
Entre tanto, en el terreno de juego, 22 jugadores y una tripleta arbitral, sienten en sus carnes el peso del partido… la necesidad de acertar… el miedo a fallar. El equipo visitante empieza dominando, sin dejar respirar al local, pero sin la necesaria profundidad como para marcar. Empiezan las acciones de dureza excesiva bajo el ensordecedor sonido de un público que, lejos de animar a su equipo, se limita a corear insultos contra el equipo rival… bajo el volumen del televisor para que mi hijo no se quede con el estribillo. Enfocan al presidente perico, pero no se le ve muy avergonzado por ello, sin lugar a dudas es porque el comité antiviolencia no suele tomar cartas en el asunto si los insultos no son de tipo racista.
Minuto 20, Víctor Valdés salta para blocar un balón por alto que él cree sencillo, no cuenta con la picardía no demasiado deportiva, dígase de paso, de Luís García, que le endiña un pequeño y rápido codazo en la zona abdominal, justo para que el cancerbero pierda la vertical y la posibilidad de blocar. Como puede, empuja el balón fuera del marco con la mala fortuna de caer en la zona de control y disparo de Coro… Gol para el Espanyol. La astuta e ilegal acción del delantero perico a quedado fuera de los ojos que seguían al balón, sólo es visible en las repeticiones televisivas y el árbitro da el tanto como válido. Víctor Valdés protesta airadamente y se gana una tarjeta lo que da pie a los energúmenos de los “Boixos Nois” para dar comienzo a su recital. Aunque parezca difícil, los salvajes integrados en el grupo de 400 blaugranas que adquirieron su entrada en taquilla, serán capaces de eclipsar a todos los restantes ocultos entre 32.000.
El juego prosigue, con más fuerza que maña, acumulando entradas salvajes con protestas airadas hasta costarle la expulsión a uno de los jugadores pericos menos destacados en acciones violentas, aún así, nadie en su sano juicio puede negar que, el árbitro, se limitara a aplicar al reglamento. El ambiente se puede cortar y, más aún, entre ambas aficiones. Bengalas lanzadas a las gradas inferiores, los Mossos d’Escuadra rodeándolos, pero sin atreverse a cargar para evitar males mayores dada la ubicación del grupo en un balcón del estadio (indudable fallo de la seguridad del estadio, mayor aún si se verifica que el año anterior ocurrió lo mismo tras ubicárseles en la misma zona).
Con estas, varios energúmenos con los colores blanquiazules, rompen las vallas e invaden el terreno de juego con la supuesta excusa de pretender interceptar a los otros… de locos. Así debió pensar el árbitro que decide suspender momentáneamente el partido y llamar a los delegados de ambos clubs.
Entrenadores y jugadores de ambos clubs intentan mantenerse al margen de los actos incívicos y aprovechan este tiempo para perfilar sus ideas de juego.
Se reanuda el partido y, a trancas y barrancas, el Barça empata. Henry, autor del tanto, se dirige hacia donde ondean banderas azulgranas para celebrarlo, desgraciadamente es el punto desde donde, minutos antes, se lanzaron la bengalas. A los salvajes les viene bien y encienden más bengalas, pero esta vez se limitan a quemar los asientos de su zona… ¡Qué bien! ¿No?
El tiempo de partido se alarga, nadie sabe en qué minuto de partido están porque el árbitro paró su crono durante la suspensión hasta que marcan el descuento en la pizarra. Cuando el tiempo está casi agotado, Eto’o se cuela en el área con balón controlado, Pareja, a la desesperada se tira a por el balón desde atrás, pero el camerunés protege bien el balón y el defensa debe tocar la pierna del delantero antes de alcanzar el balón y Eto’o cae. Medina Cantalejo, sabiendo la que se le viene encima, aplica otra vez el reglamento. Seguramente duda sobre si el golpe ha sido suficiente para derribar al delantero, pero la entrada es por detrás y toca al jugador antes que a la pelota…
Messi tira… Gol, set y partido.
La derrota duele, algunos niños, cuyos padres se han atrevido a llevarlos a aquel infierno, lloran. Los vándalos del bando perico empiezan a desmadrarse, los del culé ahora se limitan a celebrar (como si el fútbol les interesara realmente). Pero algunos jugadores azulgranas vuelven a celebrar en la misma área, Puyol, el capitán, se percata de aquello y va a buscar a sus compañeros, rápidamente los saca de allí, seguramente les aclara lo que puede llegar a entenderse. Entre tanto, el entrenador de los porteros del Barça ha sido alcanzado por una botella de agua y está inconsciente. También desde la tribuna se empiezan a tirar objetos al campo y… al palco intentando alcanzar a Laporta. Realmente son algunos directivos pericos los alcanzados… está claro que tampoco hubo registros en tribuna.
Los altercados, cosas de la tradición, prosiguen fuera del estadio, pero, lo que es peor, siguen en los platós, en las emisoras de radio y en algún que otro periódico empeñado en ensuciar a un club o al otro.
Hay individuos, como esos cinco detenidos de los Boixos Nois (y algunos más que no han sido detenidos), como el supuesto perico que lanzó la botella a Unzué, los que saltaron al campo, los que lanzaron objetos al campo, los que gritaban consignas fascistas o gritaban insultos antes incluso de empezar el partido… pero también a pseudoperiodistas como Tomás Guash cuya objetividad debió marchar al espacio exterior en alguna expedición de la NASA del proyecto Apollo, pero que no pierde ocasión para azuzar a las hordas sin cerebro, sin objetividad, pero seguro que, según él, sin ningún afán de generar violencia. También una mención especial para mi amigo Jiménez Losantos que no ha perdido la oportunidad para soltar una de sus arengas fascistas aprovechando los tristes hechos acaecidos.
Cinco miembros de los Boixos Nois, naturales de Girona, han sido detenidos y ya están en prisión preventiva. Uno de ellos aún poseía un carnet de socio del Barça aunque no tenía abono. El F.C. Barcelona ya le ha retirado el carné. Lo que les suceda es su problema, lo que hicieron lo fue de todos, pero el problema no se limita a eso. Tampoco nos tenemos que limitar a los que llevan a cabo las acciones, hay mas culpables. Periodistas y directivos que calientan el ambiente más allá de lo admisible.
Me gusta el fútbol como espectáculo. Me gusta ver ganar a mi equipo, pero me gusta más ver un buen partido al margen de su resultado. Poco me importa que se trate de un derbi. Es más, en el caso de Barça y Espanyol, reparto mis preferencias casi por igual, ambos son de mi ciudad, pero puestos a escoger me decanto por el fútbol, pero desde un tiempo a esta parte algunos pericos distinguidos parecen felices con el victimismo y no usan sus ojos más que para alimentar su envidia. De poco le sirve a este Espanyol marcar goles, de poco le sirven ganar partidos si en lugar de ser fieles al futbol de sus colores se limitan a usarlos como estandarte lejos de las botas de sus jugadores.
“A unos y a otros, felicidades por habernos hechos sentirnos orgullosos de ser catalanes o ser españoles”. Según el color con que se mire.
Fent país!